Informe de Coyuntura N° 17

La situación económica en 2014 se inscribió en un escenario convulsionado en el frente interno y externo. En el contexto
de la política cambiaria gradualista, a comienzos de año la escasez de divisas y las presiones especulativas provocaron –
ante el significativo drenaje de divisas del Banco Central- una devaluación de la moneda que potenció la inflación y redujo
el nivel de la actividad económica. Bajo esas condiciones, se produjeron acentuadas presiones especulativas que
impulsaron el aumento del tipo de cambio ilegal, dando lugar a diagnósticos catastróficos que se agravaron ante el
inesperado y arbitrario fallo de Griesa a favor de los “fondos buitres”, pero que no se cumplieron porque ninguno de estos
hechos lograron subordinar la dirección de la política económica. Más aún, a partir de la política interna y externa
desarrollada por el gobierno para enfrentar el conflicto con los “fondos buitres” sobre la base de la defensa de los intereses
nacionales y los recambios en el gabinete económico se logró estabilizar el proceso económico y político debido al amplio
apoyo popular a ese proceso. 

Así, durante 2014 la economía argentina registró una marcada desaceleración del Producto Bruto Interno, con leves
contracciones en el tercer trimestre. Aun en un escenario con tipo de cambio favorable en buena parte del año, los sectores
que explicaron ese desempeño de la actividad fueron los productores de bienes, en especial la industria manufacturera
(cuya caída fue casi exclusivamente provocada por el sector automotriz) y la construcción. En términos de la demanda
agregada, los factores que más incidieron negativamente fueron el consumo privado y las exportaciones, aunque la
inversión bruta también jugó un rol importante en el proceso de desaceleración, principalmente por efecto -a pesar del
incremento de la rentabilidad- del comportamiento inversor de las grandes firmas, que estuvo parcialmente mitigada por el
dinámico papel de YPF en la formación de capital. Como en otras oportunidades en que la crisis mundial afectó el curso
económico, el gasto público actuó como un instrumento anticíclico relevante.

La devaluación de enero y la inmediata reacción de los formadores de precios para impulsar un elevado proceso
inflacionario que fue aminorando su intensidad a la largo del año (36,8% anual), conllevó una caída del salario real de 4,8%
y, consiguientemente, un incremento en la rentabilidad de las grandes firmas que treparon al 8,0% sobre ventas. Esa
reducción salarial, y no el empleo (la tasa de desocupación subió apenas del 7,1% al 7,3% en 2014 y bajó a 6,9% en el
último trimestre), afectó al mercado interno y contribuyó, de esta manera, a la desaceleración del nivel de actividad, que no
devino en recesión por los diversos planes gubernamentales (como el Procrear, Procreauto, Ahora 12, además del
Progresar y los significativos aumentos de la AUH) y por la robustez del mercado interno que surge del nivel salarial
preexistente y el relativo sostenimiento del empleo.


En cuanto a la caída de las exportaciones (-13,6% anual) cabe señalar que tienen relación con la crisis mundial a través
del estancamiento de la economía brasilera y la desaceleración del consumo en China cuyas compras cayeron en 14% y
18% respectivamente. Otro destino de importancia que vio reducir las colocaciones externas fue Chile, con una reducción
del 27% interanual. 

Ello ocurrió en un contexto mundial de fuerte caída de los precios internacionales de los commodities y en un marco
local de mayor competitividad externa emanada del tipo de cambio, al menos en la primera parte del año. Al respecto, cabe
realizar dos breves comentarios: 1) el menor ingreso de divisas por la exportaciones de granos estuvo asociado a la
especulación fallida de los exportadores, que privilegiaron el factor político sobre el económico al presionar por una nueva
devaluación (y así obtener una mayor ganancia en pesos) en un contexto donde las perspectivas para la cotización
internacional eran desfavorables, atento la cosecha récord en Estados Unidos, el menor consumo de China y la
revaluación del dólar a nivel mundial. 2) que la elevación del tipo de cambio real se fue diluyendo a lo largo del año debido
al proceso inflacionario interno. De allí que lo que se ganó en competitividad externa por la devaluación fue escaso en el
segundo semestre. A tal punto que en diciembre de 2014 el tipo de cambio real con Estados Unidos fue 4% superior al de
diciembre de 2013, y el tipo de cambio bilateral con Brasil, incluso antes de su devaluación de este año, fue 3% inferior en
el mismo período. 

En términos de las perspectivas de corto plazo, es insoslayable mencionar que los acuerdos firmados con China
ingresarán cuantiosas divisas a las arcas del Banco Central (actualmente se ubican en el orden de los 31.000 millones de
dólares), lo cual es relevante teniendo en cuenta los vencimientos de la deuda en moneda extranjera de 2015, que no son
para nada desdeñables (14.000 millones de dólares)