Informe de Coyuntura N° 32

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EL BALANCE DEL MODELO ECONÓMICO DE MACRI

Los resultados de las últimas elecciones presidenciales
reflejan el inicio de cambios profundos en la economía argentina. No solo se
desbarató en apenas un mandato la primera experiencia histórica del país en que
los sectores dominantes accedieron al control del Estado mediante un partido
propio y el voto ejercido democráticamente, sino que todo parece indicar que la
sociedad argentina le puso un límite también a un régimen económico sostenido
en la valorización financiera.

Es el mismo patrón de acumulación que rigió entre 1976 y
2001 pero que tiene sus diferencias puesto que durante la gestión de la Alianza
Cambiemos la fracción de capital hegemónica –la que controla el Estado y
construye la legitimidad de sus políticas– no fue la conducida por los grupos
económicos locales sino por el capital financiero internacional. A tal punto
esto fue así que esta fracción hegemónica intentó desplazar desde el comienzo
de esta gestión gubernamental, y especialmente desde que el FMI comenzó a
dirigir la política económica y social, a los grupos económicos de los lugares
clave para su acumulación de capital. Es el caso del conflicto de los
laboratorios locales con Farmacity en la provincia de Buenos Aires, los
aeropuertos, los precios de boca de pozo en Vaca Muerta (particularmente con el
conglomerado Techint) y especialmente la causa de los “cuadernos” que afecta a
la denominada “patria contratista”. Es decir, durante el gobierno macrista no
sólo se intentó dirimir la contradicción entre el capital y el trabajo sino
también las cuentas que quedaron pendientes dentro de la alianza de poder en el
2001, cuando los grupos económicos impusieron la devaluación rechazando la
dolarización que proponía el capital financiero internacional como salida al
régimen de convertibilidad.