Informe de coyuntura N° 33

La
coyuntura económica mantiene una situación sumamente crítica por los efectos de
las dos pandemias que atraviesa el país, es decir, la resultante de la
verdadera “pesada herencia” del gobierno anterior (una economía en caída libre,
con un nivel de vencimientos de la deuda insostenible, un régimen de alta inflación,
con elevados niveles de desocupación, pobreza e indigencia, entre otras
cuestiones) y la que tiene lugar por los efectos del COVID-19 que azota a las
economías de todos los países del mundo independientemente de la estrategia
adoptada para enfrentarla. Si bien es innegable que se advierten algunos signos
de reactivación obvios ante la profunda recesión que supuso la cuarentena en
abril, la profundidad de la crisis y el hecho de que se superponga sobre una
anterior, la incertidumbre sobre la resolución de la pandemia, y la contracción
del empleo y los salarios reales le ponen límites objetivos al nivel y
sostenibilidad de la misma.

El
debate económico debería estar dirigido a cómo resolver estas problemáticas
acuciantes de la economía real; sin embargo, en la actualidad cobró especial
relevancia la situación de las divisas en un contexto en el que las cuentas
externas no parecen estar estranguladas. Prueba de ello es el histórico
superávit comercial que registró la economía argentina en los primeros ocho
meses del año ya que alcanzó a casi 11.000 millones de dólares y, según las
proyecciones del presupuesto, se extenderá por encima de los 17.000 millones en
el año. En el mismo sentido incide la exitosa restructuración de la deuda
pública cuyo nivel de aceptación fue prácticamente total (por encima del 99%
con las cláusulas de activación colectiva) puesto que sus resultados involucran
una reprogramación de los vencimientos que alivia la situación externa para los
próximos años. Si bien el nivel de quita podría haber sido superior, en la
medida que la restructuración de la deuda bajo ley nacional implicó una
reducción inferior a la de ley extranjera, es de todos modos significativa en
este crítico contexto: se estima que la quita nominal alcanzó al 21,0% en la
deuda pública en moneda extranjera, lo que equivale a un ahorro neto de 39.505
millones de dólares.      

A
pesar de estas señales positivas por el lado de la balanza comercial y los
vencimientos de la deuda, la tendencia a la reducción de las reservas
internacionales, que en lo que va del gobierno se redujeron en 1.300 millones
de dólares, terminó presionando el tipo de cambio ante un escenario de escasas
reservas netas para enfrentar la demanda de divisas y, fundamentalmente, las
expectativas devaluatorias que se expresan en la brecha con el tipo de cambio
informal. Se trata, por consiguiente, de una pugna social y política por la
forma que adoptará la salida de la crisis más que por que se hayan verificado
los límites estructurales por el lado del sector externo.

En
ese marco el gobierno avanzó con un conjunto amplio de medidas para restringir
las maniobras especulativas que abarca tanto el incremento de hecho del dólar
ahorro como un conjunto importante de restricciones a las estrategias
especulativas de las empresas. Se desplegó, por ende, una política económica
que aborda la cuestión indiscriminadamente en términos sociales al afectar al
mismo tiempo a sectores medios y a grandes empresas, lo que se convierte en un
“caldo de cultivo” para la desestabilización y erosiona la capacidad del
gobierno para conformar un bloque social alternativo a la salida
devaluacionista y a la que provenga de las negociaciones con el FMI. Dado que
no es apremiante la situación cambiaria, la regulación debería estar enfocada
en las maniobras especulativas de la cúpula empresarial y, al mismo tiempo,
habría que impulsar mecanismos alternativos para canalizar el ahorro a la
inversión como podría ser el lanzamiento de bonos de empresas estatales con un
nivel de interés superior al que ofrece el sistema financiero y con seguro de
cambio. De todos modos, no son errores de diagnóstico los que determinan la
dirección de las medidas del gobierno sino las contradicciones inherentes al
Frente de Todos que avanza en el marco de las discrepancias internas que surgen
de su naturaleza en tanto se trata de un frente de carácter nacional.