Informe sobre situación del mercado de trabajo N°10

En la evolución reciente del mercado
laboral resalta el contraste entre un empleo creciente y una tasa de
desocupación en baja con la trayectoria de los salarios, que no sólo no se
recuperan sino que incluso disminuyen en términos de poder adquisitivo.

En la primera mitad de 2022 la actividad
económica continuó expandiéndose, aunque a un ritmo que se fue desacelerando.
En el segundo trimestre del año, el PIB resultó 5,7% superior al del último
trimestre de 2019.

La cantidad de ocupados fue en línea con
este crecimiento económico (aunque según la Encuesta Permanente de Hogares -EPH-
el incremento fue mayor que según otras fuentes). El importante aumento del
número de ocupados llevó la tasa de empleo en el segundo trimestre de 2022 al
44,6%, un registro que no sólo es superior al del inicio del actual gobierno
sino que resulta más alto que en cualquier medición histórica previa de la EPH.
La tasa de desocupación, en tanto, se ubicó en 6,9%.

Aunque con un ritmo de aumento menor que
el del empleo total, los asalariados registrados del sector privado también
crecieron en 2022, y a un ritmo más acelerado que en 2021. Mientras que en todo
2021 su cantidad creció en 200.000, en sólo 7 meses de 2022 aumentó en 186.000,
es decir, un 3,1%.

Cabe señalar, sin embargo, que la
expansión del empleo ocurre en paralelo con un deterioro de su calidad, ya que
se observa un aumento relativo mayor de los trabajadores asalariados no
registrados, quienes no sólo se ven privados del ejercicio de sus derechos
laborales y del acceso a la seguridad social sino que tienen niveles de
ingresos significativamente inferiores. Los asalariados no registrados pasaron
de ser el 33,3% del total de asalariados en el último trimestre de 2021 al
37,8% en el segundo trimestre de 2022.

A pesar del aumento del empleo y los
niveles relativamente bajos de desocupación, los ingresos laborales no sólo no
logran recuperarse sino que han sufrido una
nueva pérdida de poder adquisitivo, ante la aceleración de la inflación
durante el año en curso. Así, el ingreso laboral promedio del segundo trimestre
de 2022 es 7,7% inferior en su poder de compra respecto del mismo trimestre del
2021. Dado que estos ingresos arrastraban una pérdida significativa
materializada en los últimos años del gobierno de Cambiemos, cuando se compara
el ingreso real del segundo trimestre de 2022 con el del mismo trimestre de
2017 se advierte una caída de 24,3%.

La caída de los salarios se verificó
incluso para los asalariados registrados, quienes se ven cubiertos por las
negociaciones paritarias periódicas. El salario registrado promedio tuvo varios
meses en los que perdió contra la inflación desde fines del año pasado. Así,
entre noviembre de 2021 y julio de 2022 acumuló una caída real de 3,4%,
quedando 1,4% por debajo del nivel que exhibía en diciembre de 2019.  La pérdida real resulta sustantivamente mayor
cuando el poder de compra del salario se mide en alimentos. La capacidad de
compra de alimentos del salario promedio registrado en julio de 2022 resultó
6,4% menor que la de diciembre de 2019 y 23,8% inferior a la de diciembre de
2015.

Las tendencias recientes implican que se
consolide el empeoramiento en la distribución del ingreso en detrimento de las
y los trabajadores. En el primer semestre del año en curso, la masa salarial
representó el 44,4% del valor agregado bruto, mientras que se ubicaba en el
46,1% en el segundo semestre de 2019. Entre estos períodos, el producto por
ocupado se expandió en 5,0% mientras que el salario real promedio aumentó sólo
0,5%.

Debido a la disminución real de los
ingresos familiares, y de los ingresos laborales en particular, la pobreza
volvió a incrementarse en el segundo trimestre de este año. La incidencia de la
pobreza fue de 38,5% en ese período, es decir que alcanza a 17,8 millones de
personas. A su vez, el porcentaje de personas cuyos ingresos no alcanzan
siquiera para adquirir la Canasta Básica Alimentaria, fue de 9,4%, el
equivalente a 4,3 millones de personas.

El aumento en la pobreza y en la
indigencia ocurrió a pesar de la implementación de políticas como el subsidio
extraordinario a jubilados y pensionados y el llamado “refuerzo de ingresos”,
de masivo alcance, que apuntaron a contener parcialmente esta situación. Tanto
es así, que es muy significativo el fenómeno de los “trabajadores pobres”
especialmente entre quienes son asalariados no registrados y trabajadores
independientes, pero también es relevante entre asalariados registrados.