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- El próximo 1° de Mayo encuentra a las y los trabajadores de Argentina ante una coyuntura crítica. Durante el período de recuperación económica posterior al impacto más fuerte de la pandemia de Covid-19, el desarrollo del conflicto distributivo terminó siendo desfavorable para las y los trabajadores, profundizando la pérdida de participación en el PIB que había tenido lugar durante el gobierno de Cambiemos. Así, de un peso de la masa salarial equivalente al 51,8% del PIB en 2016, se llegó al 46,3% en 2019 y al 44,9% en 2022. En la actualidad, el estancamiento económico, la caída de la productividad y la escalada inflacionaria, constituyen condiciones aún más difíciles para la mejora de los salarios
- La actividad económica mostró un crecimiento del 5,2% en 2022. Pero a pesar de la fuerte recuperación
económica que tuvo lugar en ese año y el año previo, el nivel de actividad se ubicó apenas 0,5% por encima del que tenía en 2015. La continuidad de ese crecimiento queda hoy puesta en duda, ante la evidencia de una reducción del PIB en el último trimestre del año pasado, un estancamiento de acuerdo con los datos preliminares de inicios de este año, y el recrudecimiento de la inflación, la escasez de reservas externas, la tensión cambiaria y el deterioro de los ingresos reales en la actualidad.
- En el marco del crecimiento económico previo a esta coyuntura, se destaca que el empleo aumentó en línea con el PIB, o incluso por encima de éste, sin que esa expansión se detuviera ante la caída relativa del PIB de finales de 2022. Como resultado del importante aumento en la cantidad de puestos de trabajo, se llegó a una tasa de desocupación de 6,3% en el último trimestre de ese año.
- El incremento del empleo se caracterizó por un deterioro en su calidad, ante la mayor tasa relativa de aumento en el empleo asalariado no registrado. Entre los últimos trimestres de 2019 y de 2022, la cantidad de puestos de trabajo creció en términos netos casi 1,1 millones, de los cuales 480.000 fueron puestos asalariados no registrados.
- El proceso de crecimiento económico y del empleo con descenso de la desocupación no se ha reflejado
positivamente en los ingresos de las y los trabajadores. El poder adquisitivo del ingreso laboral promedio sufrió una reducción de 8,6% entre el cuarto trimestre de 2019 y el mismo trimestre de 2022. Más aún, dado que el ingreso laboral ya había sufrido un deterioro aún más fuerte durante la crisis socioeconómica de 2018 y 2019, cuando se compara el valor del último trimestre de 2022 con el del mismo trimestre de 2017, la caída real resulta del 26,3%.
- El empeoramiento real de los ingresos de los hogares provocó un aumento en el nivel de pobreza, que creció a lo largo de 2022 y llegó a alcanzar en el último trimestre al 40,5% de la población, es decir, 18,8 millones de personas.